miércoles, 18 de enero de 2017

De una ruina segura a ganar 7 veces más

Aquí va la historia de cómo Pablo pasó de una ruina segura a ganar 7 veces más.

Es una historia real. Te puede ocurrir a ti también.

Tú también puedes ganar varias veces más… si cambias tu mente como Pablo.

Pablo llevaba años vendiendo mecanismos industriales, pero su negocio no conseguía despegar.

Era muy trabajador, pero a pesar de sus jornadas maratonianas de 12 horas se hundía.

Sus ventas sólo subían un 2% al año. Demasiado poco para sus costes. Y para ganar millones como quería. Sólo podía mantenerse.

Pero llegar a fin de mes era una tortura con sus dos hijos.

Y empezaban las deudas con sus proveedores…

¿Qué hacer para ganar más?

Estaba cansado de volver a casa tarde, y que sus hijos y mujer hartos ya, no le esperaran a cenar.

Y se sentía humillado porque sus hijos apenas tenían para ropa y le veían como a un fracasado.

Lo peor es cómo empezaban a sentir lástima por él. Pobre Papa, con lo que trabaja y no llega a ningún lado. “¡Pobrecito!” llego a oír literalmente de su hija pequeña.

Con todos sus sacrificios no despegaba y la tristeza de dejar a su familia en la miseria le quemaba.

¿Esa era la herencia que iba a dejarles? ¿Apenas para comida?

Hasta que un día a su mujer casi llorando le dijo, que no podía más, que no daba más de sí. Que estaba dispuesto a invertir todo el tiempo y a matarse a trabajar… pero sólo facturaba unos míseros 37.000 dólares al año. Descontando los gastos de   negocio, apenas le quedaban 900 dólares mensuales para su familia.

Y las deudas con sus proveedores crecían...

Pero lo peor es que Pablo era esclavo de su negocio. No podía escapar porque sino el banco ejecutaría el préstamo. Se quedaría sin nada y una deuda de 137.000 dólares.

La ruina absoluta. Y la miseria para su mujer y sus hijos.

“El mundo es injusto… con todo lo que trabajo.”

Y era verdad que trabajaba... pero le faltaba dominar una clave para ser millonario.

Hasta que dio con ella inesperadamente.

Sucedió que un día vino a verle un cliente. El cliente vino con su jefe, un emprendedor billonario gracias a los rodamientos mecánicos. El empresario acompañaba casualmente aquel día a su empleado. (No tan casualmente porque a veces se mezclaba con sus soldados para estar en el campo de batalla.)

Hablaron dos minutos sobre unos precios y descuentos mientras el emprendedor billonario revisaba unas notas. Pero escuchaba…

Y Pablo finalmente estalló con su cliente: No llegaba a fin de mes.

“Me consta que trabajas Pablo”, le dijo su cliente. “Pero yo ya te compro bastante, poco puedo hacer.”

El jefe de su cliente no dijo nada. Seguía mirando sus notas.
Pero sabía muy bien lo que pasaba.

Y Pablo le caía bien… era honrado y trabajador. Así que decidió darle la solución.

Levanto la mirada y se lo dijo...

(Viene del anterior)

El emprendedor billonario se apiadó de Pablo y le dio la solución para salir del pozo. Pablo se lo merecía, era honrado y trabajador.

(NOTA: Esto te servirá a ti también. Seguro que tienes la sensación de trabajar muchísimo pero no llegar a ninguna parte.)


“Pablo, necesitas dimensión”, le dijo, “por mucho que te compremos necesitas más clientes.”

“¿Pero cómo lo hago?”, preguntó Pablo.

El emprendedor millonario que gestionaba su grupo de empresas por puro placer, le dijo con la sonrisa del que sabía de lo que hablaba:

“Te diré lo que te pasa: no apuntas alto. CREES, como muchos, que apuntas alto, pero NO apuntas alto.”

“No Pablo, no lo haces. “ Su mirada imponía.

“Tienes que apuntar cien veces más alto” siguió, “que sea incómodo. Eso es lo único que funciona. Porque ahora quieres ganar más. ¿Pero te propones facturar el mes que viene 1 millón de $ en vez de 3.000?”

“¿Un millón?” preguntó Pablo.

“Si me paso el día y los fines de semana trabajando y no llego a las 3.500 $ mensuales. A veces ni a los 3.000.” (¿Te suena?)

El emprendedor: “No lo has entendido. Puedes facturar diez veces más, puedes ganar millones en unos meses. Eso no es lo difícil. La clave está en dónde apuntas.”

Y le miró fijamente. A Pablo le asustaba, pero algo tenía ese hombre. Era la llave. Sentía que estaba en un punto de inflexión en su vida. Esa decisión que tomas una vez en tu vida y lo cambia todo.

Y el millonario lo soltó: “¿Si te apuntaran con una pistola en la cabeza y este año tuvieras que facturar 1 millón en vez de los 37. 000 $ anuales qué harías?”

“Ja, ja,ja.” Pablo rió nerviosamente. “Pero… eso es imposible.”

“¿Si te apuntan con un pistola en la cabeza crees que es imposible?”, el emprendedor sabía de lo que hablaba.

“De hecho ya te están apuntando por lo que me cuentas…”

“Pero es imposible facturar tanto”, dijo Pablo.

“No lo has entendido. Ni tú ni nadie” El millonario no se mordía la lengua.

Y siguió:

“Voy a subirte esa cifra. Si a final de este año no tuvieras que facturar  uno sino 10   millones (ya lo había multiplicado por 10), ¿qué tendrías que hacer para que no te dispararán un tiro en la cabeza si no lo consigues?”

“Piensa. ¿Qué tendrías que hacer para no morir de un tiro en la cabeza?”

Pablo se asustó. El millonario lo tenía acorralado.

Pero había algo… algo que le decía que era el tío más importante que se había encontrado en su vida. Que nunca iba a volver a tener otra oportunidad de dar con la clave.

“¡Pero 10 millones anuales… si no llego a 37.000!”

Esta vez el millonario no dijo nada. Pero siguió mirándole.

“¿Cómo llego a 10 millones anuales?”

El millonario siguió mirándole:

“Tic, tac, tic, tac… la pistola en la cabeza”, le repitió.

“10 millones, es una locura… Tendría que estar en varios sitios al mismo tiempo…”

Y de repente lo vio.

Casi le saltan las lágrimas.

Como te dije en el anterior email. Tras asegurar Pablo que era imposible facturar 10 millones el emprendedor billonario le dijo: “Imagínate que te están apuntando y te matarían de un disparo si no lo consigues.”

Y Pablo en medio de la presión tuvo la revolución.

“Es imposible. Para facturar 10 millones de dólares en vez de 37.000 tendría que…

… tendría que estar con todos los clientes nacionales e internacionales a la vez durante días para venderles mi producto y un servicio postventa.”

Y de repente lo tenía.

“Todos los clientes nacionales e internacionales reunidos en un mismo sitio durante unos días…”

“Eso significaría montar un congreso.”

LO TENÍA.

“¡Es verdad, un congreso a nivel internacional!” ¿Por qué no lanzarse? No tenía nada que perder. (Como tú, si piensas a lo grande). Supondría trabajo, pero ya trabajaba al máximo igualmente.

“Si monto un congreso vendrán todos a verme y ahorraré gastos comerciales para alquilar el salón de un hotel durante tres días. ¡Cómo gancho para mis clientes invitaré a otras empresas y competencia del sector y también a sus clientes! Querrán protegerles pero lo respetaré. Pero podré vender a esos clientes mi gama de productos que ahora no tienen en su catálogo. Y con dotes de organización. Permitiré también a mis competidores que ellos también ofrezcan parte de su catálogo a mis clientes. Me aliaré con ellos: 1+1=3.”

Y el millonario le reforzó: “Pero lo mejor es que serás el hombre de referencia en el sector. Te verán como al líder si organizas el congreso.”

Ese mismo mediodía se puso manos a la obra mientras comía un bocadillo en su mesa.

Y lo diseñó. Montó 3 días de jornadas técnicas y charlas comerciales en un hotel cercano. Nada de perfeccionismo. Cometería errores de organización pero tiraría hacia adelante. Canceló los viajes que tenía previstos y con ese dinero pagó noches de hotel y comidas para el congreso. Como eran varios el hotel le haría un descuento.

Y a pesar de las prisas tomó forma.

Alquiló un salón de hotel y gastó en comidas y cenas todo lo que pudo. Al final vio que no podía pagar la pernoctación en el hotel. Muchos no accedieron pero sí un 29% de los posibles clientes que contactó. Y sus competidores fueron todos, no querían perdérselo. Todos querían estar con la flor y nata del sector.

Pablo organizó las jornadas técnicas que él presentó y permitió dar ponencias a sus competidores. Que ellos ganaran también. GANAR-GANAR era la clave. Por mucho que hablaran ellos, al final él iba a ser el protagonista. El hombre a seguir. ¿De quién se acordarían todos? De él.

Le comprarían por sus dotes de gestión y su honradez por invitar a todo el mundo. Pero al mismo tiempo se aliaría con otras empresas del sector y parte de sus competidores para conseguir nuevos clientes. Su producto sería el complemento.

Y el congreso fue un éxito aunque acudiesen sólo un 29% de los que se propuso. Consiguió ventas con 18 clientes nuevos y potenció los que ya tenía. El último día no tenía tiempo para hablar con todos los que solicitaban hablar con él…

Y su facturación pasó de 37. 000 dólares a 197.000 ese mismo año.

No fueron los 10 Millones que había apuntado, pero su beneficio neto se disparó. Se compró una casa nueva más grande y se costeó 2 comerciales a tiempo completo. (2 comerciales que funcionaban muy bien porque se los habían recomendado en el congreso.)

Al año siguiente montó de nuevo el congreso anual, y esta vez nadie se lo perdió. Todo vendido al momento. Acudieron 123 empresas y todas se costearon el hotel. Tuvo que alquilar un salón enorme en el palacio de congresos de su ciudad. Y contrató un ayudante al 100% para la organización exclusivamente.

Y su facturación pasó de 197.000 a 482.000 ese segundo año. Y no, tampoco eran los 10 millones propuestos inicialmente. (Los consiguió más tarde pero eso es lo de menos.) Lo importante fue su mentalidad de apuntar a las estrellas para conseguir la luna.

Imagínate con una pistola en la cabeza. ¿Qué harías para multiplicar por 100 tus resultados? (Puedes aprovechar esta misma idea para organizar el congreso de referencia en tu sector.)

Persevera. Porque Pablo dio con la idea y persona adecuada gracias a no rendirse. Otros hubieran abandonado. Pero su fuerza de voluntad le llevó lejos. Cuando el alumno está preparado aparece el maestro.

Si estás preparado para hacer algo grande, aquí tienes el sistema y las estrategias para conseguirlo.

Por tu éxito.

P. D.: Pablo se encontró 2 años después al emprendedor billonario en un centro comercial. Le contó su éxito y le dio las gracias. El emprendedor sonrió, simplemente sonrió. Le dijo que se iba porque tenía prisa. Ahí estaba el hombre que había salvado la vida sin darle importancia a nada.

Pablo hubiera pagado todo su dinero por recibir consejos cada semana de él. Pero tú puedes tener esas ideas y muchas más para conseguir tus sueños aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario