lunes, 17 de octubre de 2016

Deja de complicarte todo

Esta es la historia de cómo Álvaro, un cliente y amigo mío, venció su adicción a la comida basura. De cómo consiguió la figura y salud perfectas (sin esfuerzo ni dietas).

Hoy está en forma y con ganas de comerse el mundo.

Cuando era pequeño, a Álvaro no le dejaban comer chocolatinas ni comida basura.

Pero llegó su primer trabajo y de repente tenía dinero. Y pasaba mucho tiempo viajando..
… Chocolatinas para “subir” mentalmente (Toblerones, Kit-Kat)
… Hamburguesas (a por un par de cadenas con logotipo de fondo rojo) …
… galletas Oreos para pasar la tarde…
… y por supuesto grandes cenas y comidas, con bien de salsas y asados

La vida era buena.

Hasta que empezó a cansarse cada vez más. Al final era incapaz de arrancar sin dos cafés, unas chocolatinas y una gran cena esperándole.

No podía trabajar ni podía divertirse sin su dosis de azúcar y hamburguesas.

Y para colmo le diagnosticaron presión sanguínea alta. El doctor le avisó de que iba de mal en peor.

Y efectivamente cada día estaba más cansado. Cada día con menos ganas. Necesitaba su chute diario de chocolate, cafés y comida basura. Sino no era persona.

Su rendimiento había bajado terriblemente. Era incapaz de hacer algo dos minutos concentrado. Posponía todo y los proyectos importantes ni los intentaba.

Y su carrera se truncó.

Y su vida personal no era mejor. No le apetecía salir si no había comida por medio.

Su dieta acabaría matándole. Como a muchos.

Pero aún fue peor.

Un día tuvo la sensación de que se ahogaba. Había nadado dos metros en una playa y creía morir…. Pálido y asustado, creyó que se había roto algo con el esfuerzo.

Volvió al médico y se hizo un chequeo. No tenía nada roto.

Simplemente tenía colesterol, presión sanguínea alta, exceso de grasa y flacidez muscular.

Y eso contaminaba sus pensamientos y ganas de vivir. Cada día era más negativo. Se enfadaba con su familia y amigos por nada. En el trabajo todo eran problemas.

Conseguir proyectos y ascensos quedaba a mil kilómetros. Como mucho aspiraba a sobrevivir…

Se sentía avergonzado de SU vida… si no fuera porque la adicción a comer más podía con todo.

Para empeorarlo tomó una medicación anti-estrés. Pero sus efectos secundarios fueron peores. Se (dormía) y eso en el coche era un peligro.

Y aunque el doctor ya le avisara de que su dieta era la culpable, no podía parar. Era un esclavo de la comida.

No era persona.

Porque en el momento en que dejaba su comida basura y sus chocolatinas le daba el bajón. ¡No podía ni moverse! Necesitaba algo adictivo + dos cafés para moverse.

Tenía que encontrar una manera de eliminar sus adiciones. NO podía trabajar, no podía divertirse. Suplicaba un chocolate café o una hamburguesa a todas horas.

Como un drogadicto…

En las cenas pedía tres platos (en las comidas también). Devoraba el postre aunque le dejara con la tripa pesada. Y luego más café y chocolate para poder moverse…

Y una figura penosa…

Un día iba por la calle y escuchó a un niño pequeño decir a su madre: “Mira eses señor gordo que cara más triste tiene…”

Había tocado fondo.

Quería acabar con su muerte lenta… pero no podía. Mejor dicho: No sabía cómo.

Así que empezó a investigar sobre el tema con la poca energía que le quedaba. Y entonces descubrió lo que cambió su vida…


Álvaro por fin encontró cómo eliminar sus adicciones.

Por fin descubrió el proceso. Pero no era la solución que buscaba la gente (por eso fracasaban). Era otra cosa. Y además mucho más sencillo.

Álvaro primero en su desesperación leyó libros y artículos con montones de teorías.

Intentó varias dietas… y regímenes. No servían. Lo que perdía en unos días de sufrimiento lo recuperaba en los siguientes. ¡Y recuperaba más peso que antes!

Leyó sobre la dieta hipocalórica, la dieta de zona, la dieta macrobiótica, la dieta de la manzana), la dieta disociada, la dieta Dukan (la peor) y varios métodos más… que no funcionaban.

No funcionaban por una razón… luego te explico…

No es que fueran erróneas en su concepto (algunas sí eran peligrosas). Era en la manera de aplicarse donde fallaban. Porque todas las dietas cometen el mismo error.

El error mortal por el que la gente no consigue adelgazar ni estar en forma.

Álvaro siguió todas esas dietas y a veces era tan ridículo como rechazar en una fiesta de cumpleaños un minitrozo de pastel. Y de sentirse como un imbécil tras recuperar más peso después de la dieta.

Su vida social era intensa, pero Álvaro siguió intentándolo porque su salud, o sea su vida, estaba en juego. Siguió todos los métodos. Pero cada vez estaba peor.

Los sacrificios iban seguidos de una vuelta a los antiguos hábitos donde recuperaba lo perdido.

Cuando se sacrificaba sólo esperaba a que pasaran los “días de dieta” llenando su mente de pasteles y hamburguesas. Lo que hace todo el mundo.

Se odiaba. Era un adicto.

Vivía para la comida… especialmente los fines de semana dónde se hundía aún más.

Tras cada dieta volvió a la comida basura. Creía que no pasaba nada porque había hecho el esfuerzo entre semana de seguir una “dieta”. (¿Pero sabes cuantas hamburguesas y chocolatinas puedes comer un fin de semana? MUCHAS.

Y se hizo nuevas propuestas:
“Bien... se acabaron las dietas temporales. A partir de ahora eliminaré todo de raíz y para siempre.”
—FRACASO

Al día siguiente volvía la tentación y volvía a comer como si se acabara el mundo.

Nuevo intento… “Si dejo los dulces pero sigo con la hamburguesa habré conseguido el 50%.”
—FRACASO

Compensó la falta de chocolatinas con un aumento de hamburguesas.

No importa lo que intentara. Fracasaba una y otra vez. “Me daba pena y vergüenza a mi mismo. Y mi forma física y vitalidad también me daban pena y vergüenza”, confiesa.

Hasta que llegó la solución.

Un día leyó sobre algo que nada tenía que ver con la comida. Pero ahí estaba la solución.

Era un libro sobre el renacimiento de Japón tras la 2a Guerra mundial como potencia industrial. Se lo había recomendado Jordi, un amigo que estaba en forma y su vitalidad tenía a todos conquistados. Era el clásico crack que consigue todo lo que se propone en la vida. Comía lo justo y no se quedaba con hambre ¿Cómo la hacía para encima estar mentalmente a tope?

Y su amigo le dio la solución con este método:

“La solución para estar en forma, comer menos y eliminar tu ansiedad y hambre voraz es distinta a lo que se piensa.

Porque la fórmula para estar sano y comer menos es mucho más sencilla que una complicada dieta y un esfuerzo monumental.

Y es el mismo método que convirtió a un Japón destruido tras la 2a Guerra Mundial a una superpotencia. De la nada a conseguirlo todo.

Para empezar deja las dietas y come lo que te apetezca. Y para seguir…”

Y le dio la solución que hasta hoy le funciona y le transformó.


Jordi me dio la clave para estar sano de por vida y hacer ejercicio.

Y era terriblemente sencillo.

Jordi para empezar le dijo que somos animales de costumbres. Que no podemos cambiar de la noche a la mañana. Que por eso no funciona ninguna dietas Que por eso la gente no triunfa haciendo ejercicio.

“Pero puedes aplicar un método para conseguirlo todo a nivel industrial para tu propia vida.

Se llama Kaizen. Es el método que siguió el Japón desolado y tras 2 bombas atómicas para convertirse en un gigante.

La traducción significa mejora continua.”

Y Jordi le dio la clave: No consigues cambiar porque lo quieres hacer de golpe. Pero así no funciona. Por eso fracasaste. Por eso fracasa todo el mundo.

La solución fue muy simple. Terriblemente sencilla. Por eso funcionaba. Se basaba en mejorar cada día un poco. Pero un poco sólo. SÓLO un poco. Un poco era fácil y así nunca abandonaría. La esencia del Kaizen.

“Una mejora grande en unos días es imposible. Pero prueba a hacer un poco cada día y tocarás el cielo cuando menos te lo esperes.”

“¿Y cómo lo aplico a mi dieta y mi salud?” preguntó Álvaro.

“Es fácil. Lo tienes delante pero no te das cuenta.”

Álvaro empezó a pensar y se encendió la luz.

Mejora continua… un poco cada día sin esfuerzo...

Empezaba a tener sentido.

“Te gustaría dejar la comida basura. Te gustaría estar en forma y con una figura envidiable. ¿Te gustaría hacer ejercicio todos los días y sentirte a tope mentalmente?”

“Siiiii”, contestó Álvaro, “Daría un brazo por salir del pozo.”

“Pues utiliza el Kaizen. Yo también pase por ello. Yo también era adicto a las hamburguesas. Yo también era incapaz de levantarme a hacer deporte. Sé lo que es no tener ganas de hacer nada, de llegar a casa y tirarte a ver la TV sin energía.”

“Pero conseguí esta forma física y toda la energía gracias a Kaizen.”

Y le dio el plan para hacerlo y Álvaro lo consiguió.

Porque hay una buena manera de hacerlo y otra mala.


Un Saludo
David


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