lunes, 3 de abril de 2017

2 Trampas en las que no puedes caer

¿Qué pasaría con tu vida si no cayeras en estas trampas en las que caen todos?

¿Cómo de lejos llegarías?
Trampa 1: Excusas

Algunas excusas son graciosas y un premio a la creatividad. Si no fuera porque son mortales…

¿Cuánto importante dejas por las excusas? Dificultan demasiado tu camino a la cima.

Excusas para no leer, no trabajar concentradamente, no conocer gente nueva…

Pero no puedes faltar al entrenamiento porque no tengas ropa de entrenamiento. Para la mayoría eso bastará para rendirse. Bastará el mal tiempo o un familiar que enfermó (por enésima vez).

Pero no te engañes, siempre hará mal tiempo. Siempre habrá un familiar al que le pase algo. Siempre encontrarás una excusa para no hacer lo importante. ¿Hoy te estás poniendo alguna para no terminar esa tarea? ¿Para no hablar con quien tienes que hablar? ¿Para no hacer ese cambio necesario?

Y al final en tu zona de confort y no yendo al entrenamiento. Una trampa peligrosísima.

Pero tienes que ver el peligro de las excusas. Niégate a cualquier excusa, aunque todos los días llueva y todos los días tengas pocas ganas de leer tu hora diaria.

Porque te diré un secreto, no recuerdo el día en que me fuera bien hacer deporte.

Pero al final voy porque me juego mi vida. Sin grandes convicciones, pero voy.

Y la satisfacción después es enorme. ."

Trampa 2: La Trampa de tu salud

Hay una trampa que se refleja en tu estado físico. Verás…

A veces tendrás resfriado o un dolor para no hacer algo. Puede ser un constipado, un dolor de muela o un dolor en el brazo. Las posibilidades son infinitas. Hay gente que bate récords mundiales de catarros, dolores de cabeza y miles de enfermedades de dudosa existencia.

Trampas de tu subconsciente para no avanzar.

Pero sigue.

Ese dolor de pecho desaparecerá en cuanto empieces a entrenar. La primera vez que persistí yendo a nadar a pesar de un terrible dolor en el cuello que me impedía girar la cabeza, salí renovado. ¡Y el dolor muscular se redujo al 20%! Y en un día se fue.

Los primeros metros nadando fueron incómodos. Pero de repente empezó a ir mejor. Y al final casi despareció el dolor. En vez de cinco días horribles sin mover la espalda, sólo duró uno.

Así que tras un parón o una enfermedad sospechosas, vuelve a tu escalada. Cada día que lo dejes te encerrará más en tu zona de comodidad. Por eso tantos fracasan. “Cómo estoy cómodo… sigo así.” Trabaja con catarro o cualquier molestia. Tu cuerpo te lo agradecerá.

Recuerdo que el verano pasado tuve un enorme dolor en la espalda. Fue la tarde antes de unas minivacaciones de 5 días. Pero al día siguiente salí de viaje igualmente. Y conduje seis horas.

Y fueron unas vacaciones geniales, las mejores que tuve.

Utiliza cualquier dolencia para separarte de los demás.

No hay avance sin adversidad.

Para que superes a cualquiera por no caer en estas trampas,

David

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