A lo largo de los años me he dado cuenta de que se utilizan varios
“términos” para llamar a una persona con alguna discapacidad, algunos
ofensivos, algunos graciosos, pero la mayoría incorrectos. Y es que he
escuchado de todo: Discapacitados, inválidos, enfermitos, personas con
capacidades diferentes, personas con capacidades especiales, por
mencionar los más comunes. Este último, sin duda, es el que me causa más
risa, ¿acaso podemos volar o respirar bajo el agua?
Si bien no soy de los que se molestan u ofenden por cualquier cosa y
quieren desatar una tormenta en un vaso de agua, palabras como
“discapacitados” o “inválidos” me parecen por de más… simples. Me parece
que clasificar a alguien así, sea cual sea su situación, es restarle
todo valor al concepto de persona; soy más que una silla de ruedas, soy
más que un diagnóstico médico. Y aunque no estoy de acuerdo en reducir a
una persona a una etiqueta determinada por un gusto, pasatiempo o
condición, creo que al menos hay que hacerlo bien.
De tener que decir uno, me quedo con “personas con discapacidad”. Y
es que eso somos, personas. Basta de fomentar la segmentación, la
separación entre quienes tenemos alguna discapacidad y quienes no, ya
que este tipo de detalles son los que nos llevan a olvidar que una
discapacidad no es un individuo, que detrás de ella hay una persona que,
como a cualquiera, se le puede aprender a conocer.
Fuente: http://www.detrasdelasruedas.com/di-nombre-p-or-favor/
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